
6:30 am. Nuevamente duro. Otros fugaces cien pavos que se me esfuman. Lo que nace como una juguetona insinuación al desorden, concluye con la peña rumbo al patíbulo de los morosos. Todo sea por seguir jalando. Y el traficante hijo de puta, con su
arrogancia chula. Pensando que nos hace un misericordioso favor. Le engordamos los bolsillos mientras nos folla por los nasos. Le arrancaría el corazón. Lo arrojaría a los perros. Aunque antes le esnifaría toda la coca que posee.
Ya soy un triste vicioso colgado. ¿Quien lo diría?. Piensas que nunca te pasaría. Te ries de los pobres angustiados. Su condecendencia, su pobreza de espíritu. Rogando con esos faloperos ojitos desesperados, que les pares unas lineas. Clamando misericordia, mientras una gota en la frente exuda adrenalina. Ya soy de la misma tribu. Los motivos no importan. Para todos es el mismo caldo de cultivo: Deudas, amor, frustraciones, ocio; vida. Las culpas del infierno son homogenas para los que nos rostizamos. Por mas que reneguemos, cualquier desliz nos puede precipitar al averno. El blanco escape. Mi karma. Mi mierda.
-Yo ya le debo, pero tu no, seguro que te fia.
-El 15 te paso 25.
-Tengo para empeñar mi móvil.
Fétidos peos encerrados en una frustrante bolsa. Mentiras falaces por una ídem. Un gramo, un medio, una escuálida linea. Hasta una nimia punta me sirve. Evadir, olvidar. Molido placebo. Que no se acabe la noche. Por mas que las palabras sobren y
el dinero escaseé. Atribulado y decidido emprendo la marcha hacia el gólgota. Aspirando latigasos. Fustigando mis sueños. Hasta un zombie de videoconsola tiene mas metas. Ya ni sé en que estoy convertido. Pero tengo claro en que quiero convertir lo que poseo.
Recuerdo la primera vez que la cocaína llegó a mi vida. Por ese entonces pensaba que era un vicio propio de las películas gringas. Me parecia un mito lejano e infecto, más que un vicio adictivo y excitante. Pablo Escobar no era más que un peculiar guión de Hollywood, agrandado por la vetusta tv de mi abuelo. Un sujeto irreal que nunca afectaría a mi, ni a los mios. Hasta que mi primo Rudy, nos comentó del tema. En ese tiempo estudiaba leyes y era el orgullo de la familia. Yo a mis incensatos 15
años, lo miraba como un ejemplo. Tenia una hermosa chica, una brilante moto y estudiaba en la universidad. Todo lo que yo anhelaba en esta puta vida. Un día nos comentó de sus jergas con sus compañeros de "Uni". Bebiendo whisky "del bueno",
jugando poker y jalando "la puta mierda más buena del universo".
Gracias al paladín de mi primo, comenzaba a idealizar el veneno que me está matando. Si lo hacía Rudy, que era el puto amo, debería ser una pasada.
En un comienzo, no me sedujo tanto la idea. Hasta ese fatídico cumpleaños del Pedro. Ya tenía 19 años. Por muy bien que se te den las cosas, basta solo un pequeño impulso para elevarte hasta explotar contra el techo. Ni sé lo que me motivó para
acompañar a Drago y Shotta al lavabo. Yo sabía a lo que iban. Estaba al tanto de los movidas de Drago. Estaba nervioso, pero decidido. Tal ves buscaba emociones nuevas, más fuertes. Inhalé dos lineas que me dejarón eufórico. No podía creer lo que
estaba viviendo. Me sentía en la cima. Mi mandíbula era de acero. Un pseudo Mike Tyson, antes de sucumbir ante James "Buster" Douglas. Pese a que no podia hilvanar palabras, en mi interior tronaban adrenalínicos caballos salvajes. Comenzaba una nueva era donde yo sería el que dominaria mis anhelos. La noche concluyó con Shotta en urgencias. Un síncope cardíaco. No quise acompañarlo, la mierda blanca estaba muy buena para perder el tiempo en hospitales. Shotta nunca más volvió a meterse droga.
Su vida cambió desde ese dia. La mia comenzaba a dejar de ser vida.
Los temblores y las dificultades para hablar, fueron característicos en mi rutina de falopero. Lo que provocaba carcajadas en algunos pelotudos. "Este cabrón jala y se queda en mute". Mientras yo quedaba ensimismado mandibuleando, otros no los hacía
callar ni el diablo. Disparaban atolondradas palabras, con el solo fin de fastidiar el silencio. Siempre eran grandes proezas sin sentido. Era extraño, como si un espíritu se apoderara de sus lenguas. Bla bla bla, metrallentas humeantes de
incoherencias. Otros hacíamos muecas. Nervios duros pensando quien ofrecería otro saque.
Algunos dejabamos el vicio de lado. Pero siempre volvíamos a recaer. Débiles fantasmas corroídos por la realidad. Cuando empecé a trabajar de mañanas, las noches ya no eran las mismas. Decidí alejarme un rato de las malas juntas. Conocí una guapa
muchacha y traté de rectificar mi destino. Todo marchaba sobre ruedas. Esporádicamente y solo en mis dias de fiestas, me aplicaba unos fierrazos. La vida me sonreía. Podía snifar, amar y deleitarme con materialistas objetos sin vida. No aproveché mi racha y seguí pelando a la contra.
Perdí el curro. Una puta reducción de personal acabó con el que más tarde llegaba. Pensé volver a pararme, pero ahora fue mi chica la que me dió el tiro de gracia. No la culpo. Agotada de mis noches de jerga y de mi indiferencia hacia el futuro; me
abandonó una fria tarde de diciembre. Con lágrimas en los ojos me dijo que ya no había vuelta atrás. Algo se trizó en mi alma y la dejé ir resignandome a mi desdicha. Quedé como un famélico cachorro al borde de la carretera. "Mas de un buen hombre ha terminado en el garete por culpa de una hembra". Yo no era un buen hombre, aunque igual me precipité a los infiernos.
Herido y sin mayores anhelos, comencé a trabajar en turno nocturno. No pasó mucho tiempo antes de conocer un colombiano que traía mierda de primera mano. En efecto, volvía a las pistas. La falopa estaba exquisita. Hacía tal combustión en mi cabeza,
que poco a poco agrietó mi espíritu. Tan solo pensaba en otro saque, y otro y otro...
Cercené mis ahorros. Las noches continuáron desenfrenadas. Y Recién hoy lo medito.
Ya es hora de volver a casa. Aprieto los dientes, mientras le doy vuelta a la llave. No quiero despertar a la casera. Le debo casi dos meses. Sin darme cuenta inhalé casi todo mi sueldo. Novecientos putos euros bajando por mis conductos internos. Llegando al estómago. Arcadas, vómito, tristeza. Ya no llego ni a la quincena. Lejano horizonte. Montañas de falopa me nublan la vista. Perniciosa jungla de
cristales, Alitas de mosca o simplemente albinas pastillas molidas (el mas cretino placebo). Adios al consumismo de almacenes. Ahora el consumo es el que me consume. Incluso ya estoy tirando mis bienes a la balanza. El materialismo se ha
minimizado a un cretino polvo. Poseido por el demonio blanco comienzo a contar los clavos del techo. Ruego para que un mosquito me dé batalla. Buscando pleitos en la oscuridad, para no tener nada claro. Ya ni mi sangre valoran.
Quiero bajar pero no puedo. Esta ves si estaba buena. No como esa mierda del otro día. Hasta el raspado de muro es mas eficaz. A veces le doy mi dinero a carroñas más podridas que la presa. Y el tiempo sigue pasando irrevocablemnte por dentro y fuera de mis narices.

Pabloshka.
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